martes, 8 de julio de 2008

El sueño

Tengo un sueño recurrente desde hace tiempo. Suele venir cuando como sardinas con escabeche para cenar. Me pregunto, sin embargo, si tiene algún significado concreto, a parte de ser índice de una mala dieta alimenticia.
En el sueño vuelvo a estar en el antártico. Tengo mi fabulosa máquina de escribir y cinco hojas en un blanco virgen. Me apetece escribir sobre algo, pero no sé qué. Oteo el horizonte y contemplo como una magnífica aurora boreal regala a mis ojos su maravillosa danza cromática.

Empiezo a escribir. Más bien a describir, “rectángulo imperfecto formado por una amalgama de rojos violáceos con esferas brillantes atravesados por uniformes líneas paralelas amarillas…”. Cuando llevo un rato, paro, lo leo y me desagrada profundamente. Es un mero intento de traducir a palabras la información de mi vista. Pero la belleza es algo más que un mera disposición de figuras y colores. Arranco la hoja y la tiro al agua. Lo bello aparece cuando una determinada disposición de un objeto suscita en mi ser una reacción.

Vuelvo a mirar la aurora y repico las teclas de la máquina con mis aletas: “El movimiento incesante de color ante mis ojos, me produce la certeza de la imposibilidad de retener este momento. Soy pequeño ante la majestuosidad de este fenómeno que existe indiferente a mi. Nuevos colores aparecen en el ondear del cielo, colores que nunca había visto antes y que nunca más probablemente, volveré a ver. Al sentimiento de pequeñez le acompaña un extraño sentimiento de dicha ante la idea de ser especial por poder apreciar la majestuosidad de este momento. Hay algo dentro de mi, que tienen su origen en el estómago y quiere expandirse, pero se encuentra con los limites de mi piel, una pequeña lágrima se escapa furtiva, mejilla abajo…”. Pura basura. Otra hoja al agua.

En esta descripción he dejado de lado a la aurora boreal para hablar de mi. La belleza es una comunión entre el espectador y la cosa que dice algo sobre el mundo. No un mero juego de masturbación visual.

Repito el proceso: contemplación del espectáculo natural i repique de teclas. “En las múltiples formas que este leviatán coloreado emprende puedo ver un gigante comiéndose peces, ahora como el gigante se transforma en un gran águila y un coche. Placer indiscutible en encontrar significaciones en el lento transformarse de las figuras. Como si de un astuto detective se tratase, encuentro los motivos ocultos, la esquiva necesidad de este deambular aparentemente –y sólo aparentemente- errático espectáculo”….¡Aaaaaaargh! ¡Al agua hoja! Estoy aprovechando los impulsos de la imaginación que la contemplación de la aurora me produce. Pero he caído en otro juego narcisista, dónde prescindo de hablar de lo irreductiblemente especial que es este fenómeno. Tampoco puedo hablar de este fenómeno sin ponerlo en relación con otras manifestaciones artísticas y contando que ofrece de nuevo éste…. A escribir: Como si el color de los cuadros de Rotko se fueran transformando en múltiples entes diferentes hasta convertirse en una amalgama de líneas y formas a estilo de Pollock. En esta transformación cinética se esconden potencialmente infinitas figuras mostrando aquel momento donde la impresión anhela expresivamente reconciliarse con su función figurativa….” ¡La madrequemeparió! Sigo sin entender lo que he escrito a pesar de haberla leído seis veces! En ningún momento he hablado del a fenómeno….es solo un ridículo ejercicio vanidoso de arrogancia cultural. Parezco un lamentable crítico intentado mostrar gratuitamente mis cotas de erudición.

Cuatro hojas flotan apaciblemente en el agua, sólo me queda una y ya no sé que decir. Tengo que ir con cuidado o….. De repente un gran brillo proveniente de mi espalda se apodera de todo mi alrededor. La luz de la aurora a aumentado. Hace calor y empieza a derretirse el hielo. Hace rato que este proceso había empezado, pero mis elucubraciones me convirtieron en ciego…… La máquina de escribir y la última hoja huyen con una placa de hielo flotante…. Nado rápidisimo. Tengo que escribir. Alcanzo la embarcación natural, preparo los dedos, miro por ultima vez la aurora boreal pero antes de poder escribir nada el hielo se funde por completo y yo y la máquina de escribir nos sumergimos. Intento agarrarla, para evitar que se pierda en la profundidad y lucho en vano para sujetarla. De repente me doy cuenta de lo inútil del esfuerzo: no puedo nadar, aguantarla y escribir al mismo tiempo. Además ya no hay nada sobre lo que escribir: sólo la oscuridad de un océano infinito. Una estratificación de transparencias percibida como una simple negrura.

Este sueño, como ya he dicho se repite a menudo. No consigo entenderlo. ¿Qué significa? ¿Es muestra de mi incapacidad para corresponder racionalmente a los hechos? o ¿una simple treta de la realidad para decirme que quiere sentirse libres del yugo de la significación?

¿Es acaso la belleza un ángel exterminador que combate la soberbia de la racionalidad humana? o ¿el índice de que lo racional no se agota en lo discusivo?



(Texto inspirado en la ilustración de evidenti)

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